miércoles, 30 de enero de 2013

Un Lance.


Puse un pie en el suelo, de una habitación que no estaba tan fría como en los días pasados. Me levante con una sensación rara, no era una mañana normal, había pasado la noche inquieta, creo recordar pedacitos de sueños en los que mis manos se manchaban de sangre…que sueños mas tétricos y negros…

La primera mirada aun con los ojos entre abiertos es para el cielo, parece que se aguanta el agua y las nubes le dan al dia un color particular, aun asi el traje de agua y el paraguas es lo primero que entra en el maletero del coche. ¿paraguas? Sí, paraguas. Revisas el maletero una vez más y tan solo noto la falta de mis zahones, hoy los cambio por el rifle…

No pongo rumbo a una junta lejana  perdida en mitad de un carril, pongo dirección a un bar en la plazoleta de un pueblo blanco que somnoliento quiere pero no despierta, no esperan en ese desayuno mascotas ni calcetines rojos, esperan caras inquietas de conocidos, que sonríen al verme llegar y me dicen eso de “chaquetera¡¡¡¡ donde has dejado hoy los podencos¿? “ 

Aguardando el reparto de la suerte, me siento delante de un café demasiado caliente (hoy si tengo tiempo suficiente para dejarlo que se vaya enfriando en la taza) nos encontramos se podría decir que casi en familia, las carcajadas se mezclan con los tonos serios cuando se habla de la suerte de los puestos. Sin previo aviso, alguien desde una misa grita mi nombre, y un silencio se hace en aquel bar… ahora caigo en que pasar de nombrar a Pepe, Paquito, Juan y de repente soltar un Ana hace que todo el mundo sepa a quien dirigir la mirada, no miraban con sorpresa porque el nombre sonara a mujer, en aquel rincón de un pueblo blanco, por primera vez en el día sentí orgullo pues miraban extrañados que mi nombre estuvieses en la mesa…ya que para ellos donde normalmente esta mi nombre es en la lista de alguna suelta…

Mi mano diestra, puso en mi bolsillo un sobre donde rezaba “Gamino 3 “, veo sonrisas en las caras de los presentes, y alguno se acerca y me suelta eso de “este es de los puestos que no nunca fallan” en mi mente se mezcla responsabilidad e ilusión, tantos años que lleva dando buenos resultados el puesto y veras como yo lo gafo para los restos, y deja de ser “uno de los buenos” para ser “uno de los que eran buenos”

Sin tiempo para mucho mas, y en compañía del amigo Sebas y su hijo, ponemos destino a nuestra armada, el ultimo saludo para el tito Juan y para Adolfo, que raro se me hace dejarlos allí tan solos. Miro por la ventanilla del todoterreno y por un momento casi me dan ganas de decir, “para¡¡ que me quedo con ellos”
Llegados ya a nuestra armada, una traviesa preciosa se queda Sebas y su niño en el primero y yo, dirección al numero 3, Mariano me da las indicaciones pertinentes, explica con entusiasmo por donde se suelen descolgar los guarros y me hace especial atención en la dirección por donde llegaran los perros. “Suerte y buen caza¡¡” allí quedamos apostados, buscando la mejor posición que da el puesto sordo, pues esta casi a las orillas de un arroyo que corre con demasiado ruido, quedo completamente sorda en aquella en postura.

A pocos minutos, en la lejanía escucho la inconfundible voz de Adolfo, los ladridos de mis perretes suenan diferentes desde tan lejos. No quiero perder la concentración pero no puedo evitarlo, la incertidumbre de lo que les acontece me sobrecoge, los escucho en ladras largas y me preocupan. El ladrido seco de un podenco me devuelve a la realidad, en el pecho de enfrente  me pareció escucharlo, incluso diría que se trata del viejo podenco colorado del tito Juan “Rubete” si, no hay duda, ese ladrido es de Rubete, dos “Jau” mas y un silencio. Se para, algo pasa… mis ojos se salen de sus cuencas intentando ver más de lo que dan, permanezco inmóvil,  no puedo hacer más de lo que ya hago, que es esperar y mirar, pues el dichoso arroyuelo no me deja escuchar. Rubete levanta su cabeza y lanza de nuevo otro “jau” ahora si, ya lo veo,  encaro mi arma con una firmeza que aun hoy me sorprende, y el primer tiro es dos cuartas por encima del lomo del esplendoroso animal,  esto hace que su trote se torne en carrera seguido de tres tiros mas. Bajo mi arma pues ya lo he perdido en la espesura de las jaras.

Ahora si, mis piernas y mis brazos comienzan a temblar seguidas del latido demasiado fuerte del corazón. Esos segundos en los que mi cuerpo guardó la compostura quedaron en nada, pues retomó un ritmo excesivo. Rubete llega a las jaras con su cabeza agachada, dos podencos mas llegan a ese mismo arroyo y sigue el rastro del cochino…silencio. Y de repente, los ladridos de Rubete cambian su tono y frecuencia, se vuelven en unos ladridos rápidos y en unas sacudidas a las jaras, mi corazón sigue el tono que les mandan esos ladridos…se mueven las jaras, desde mi postura no veo nada, pero adivino por la poca experiencia que me dan las botas con olor a perro, que esos ladridos son a “bicho muerto”.

Los 3 podencos abandonan las jaras y el hocico de uno de ellos resplandece como recién pintado por un rojo pasión. Si, no cabe duda…esta muerto.

Aun hoy, no recuerdo si paso mucho tiempo o fueron unos segundos que a mi se me hicieron eternos. Como tardaron en dar las 15.00 H de la tarde en aquel rincón, que ganas tenia de ver al postor aparecer en mi busca, que ganas tenia de poder arrimarme con seguridad a aquellas jaras y comprobar que realmente mi intuición no me fallo. Cuando el postor dio cara, mis piernas cruzaron aquel arroyo a una velocidad pasmosa, allí estaba, apostada en las jaras un enorme jabalí y reconozco que en el fondo para mi pensaba “que sea macho, que sea macho” pero no podía ser todo tan perfecto, no llovia, no hacia frio, el puesto era precioso, el lance fue intenso y la pieza…pues la pieza era una tremenda cochina que me había regalado unos segundos que jamás olvidare.

En la comida, se repetían los lances una y otra vez. Mi sonrisa picaresca cada vez que señalaba mi pieza, reflejaba más de lo que mis labios podían alcanzar a contar.  Creo que son pocas las veces que yo me quedo sin palabras, en aquella ocasión asi era, mi alegría contagiaba mas por el reflejo de mi cara que por lo que yo allí podía explicar.

"la del domingo" para el recuerdo


Fue un domingo diferente, disfrutando de un gancho a cochinos con una cuadrilla de conocidos inmejorable.  Agradezco la paciencia de todos ellos y sus palabras siempre de aliento, pero sobre todo, puesta a agradecer, doy las gracias a Adolfo y mis valientes, pues seguramente si no pesaran a mis espaldas días de zahones, cuchillo y caracola no sabría valorar la verdadera esencia de estos momentos Monteros.  Seria quizá una cazadora novel, ansiosa por descargar un cargador en mitad de una mancha y conseguir siempre el mejor de los trofeos, seria seguramente, una cazadora inculta incapaz de distinguir si un perro late de parao´ o ladra a “bicho muerto” seguramente, sin los días de arroyones de jaras sería una francotiradora mas, de los muchos que salen al monte.

Como me gusta saber, que  la esencia de la Monteria no es solo el premio que te da el lance. Como me gusta quedarme con ganas de mas,  de mas ladras, de mas jaras…. Y sobre todo, como me gusta tres días después, seguir escuchando en mis sueños el pisar de un guarro que anda seguro por su casa, tres días después, aun sigo pensando si aquel sueño en el que mis manos se manchaban de sangre fue una premonición de lo que estaba por acontecer…si asi fuese, hoy pido, que esos sueños y esas sensaciones no cesen nunca..

Como siempre, con ganas de mas  

martes, 15 de enero de 2013

por el Álamo...


Aun con el estribillo pegadizo de un villancico resonando en la cabeza y con el sabor que te deja en los labios uno de los penúltimos polvorones que quedan encima de una bandeja olvidada en el pasillo. Sales deprisa, pues la rutina te apremia y casi te pilla sin las botas puestas.

En una mañana en la que al sol le daba pereza romper del todo, salimos no demasiado temprano en busca de nuestra suelta en El Alamo. Demasiados días sin poner el culo en el furgón, dan para que el trayecto sea mas ruidoso que de costumbre, la tertulia de Adolfo y mia es incesante “has visto ¿? Estuviste ¿? “ y asi hasta que sin darnos cuenta estamos delante de un café humeante en El Vacar (vale, si, el mio humea poquito porque a mi me gusta el cafelito con la leche fría :P )

Figuras como Madueño, Rafa “cola-cao”, Sebastian…andan allí desde temprano. El camino a la suelta,  es simplemente hermoso, te deja ese carril sin aliento y silencia las palabras pues su vista te absorbe, cesan los pensamientos en las fiestas pasadas y al coger aire te embriaga esa sensación que sin querer he llegado a echar de menos. Busque descanso en estos días y lo encontré, pero sin estos ratitos de camino…de que poquito me sirve el descanso si me quitan estas vistas.

Parados en la entrada del Alamo una mascota seguida de un hombre con una cara amable, se aproximo al furgón mientras yo colocaba mis polainas, el saludo de de Juan de Dios Pliego, me pillo casi con las botas quitadas,  encantada de darle saludo a este que se paró a desearnos suerte. 

Nuestra suelta ya conocida, hacia años que no pasábamos por allí los valientes de NavaObejo, pero de repente cuando llegas a aquel rincón donde colocas tu furgón, diferentes sensaciones te agarran por la espalda y reconoces un puntal… al girarme ven mis ojos a la Pequeña Angela, zahones en mano, con su mono azul colocado “ole las perreras guapas” alcanzo a gritarle mientras yo aprieto los mios. No puedo evitarlo, me encantá…tres mujeres jóvenes estábamos en aquella suelta, en el camión de “Lucero” una joven mano derecha que le ayudaba en el recuento al volver al camión, en la furgoneta Angela, con sus zahones dispuestos y yo… poquito a poco, allí no había hombres y mujeres, en aquella suelta del Alamo había Compañeros¡¡¡

Con esa buena vibración nada puede fallar, y la suelta comienza tranquila, las reses se mueven y las ladras se suceden hasta tal punto que echamos de menos ver a nuestros perretes mas cerca, los cachorros se están soltando de una forma espectacular y el bueno de “socio” me hace llamarlo de vez en cuando…. Tobias, con su veteranía va tirando de ellos y enseñándoles el camino de vuelta.

Lastima que la mancha se montease solo a cochinos, pues algun que otro venado aparente nos regalo su trote elegante, se escuchaban pocos tiros en aquel rincón y sin embargo, la sensación de los que por allí andábamos era de deleite pues lo perros ponían todo su empeño y aunque no movían muchos guarros no paraban, no pesan las horas de suelta cuando ves que tu equipo funciona.

regalitos que dan los dias con zahones


La recogida fue limpia, sin tener que esperar demasiado y entre bromas cargando pusimos paso a las perreras aun con el sol de cara. 

Al llegar a NavaObejo, me esperaban mis dos guardianes, esos que estoy deseando ver pronto entre jaras, el pequeño Trabuco y Chico. Nueva sangre preparada para seguir con la ilusión.

ilusion y ganas "Trabuco" y "chico"


Se fue un sábado disfrutado entre pinos, risas y buena armonía. Se fue un sábado donde recupere las ganas que pensaba estaba perdiendo, me devolvió la sonrisa de Angela con sus zahones la ilusión por ver que no todo esta perdido en esto que llaman Montería, que queda gente con ganas y que somos muchas las que además de ganas tenemos fuerza.

Que nadie nos quite jamás, las ganas de quedarnos con ganas de mas.