miércoles, 25 de octubre de 2017

Las Albertillas



     Comienza una temporada atípica, con un calor que marca cada relato y crónica que se lee, cada conversación comienza con la misma expresión “ y que calor¡¡ “
      Así comenzó nuestro domingo, en la casa Fernandez-Marmolejo, fue un domingo normal pero distinto, el olor a café recién echo se mezclaba con la prisa por preparar todo aquello que la noche anterior se quedó sin preparar, sí, así somos nosotros, vivimos dentro del orden de nuestro caos.
       Pusimos rumbo a las Albertillas,  para mi lugar desconocido, ha pasado el tiempo  y aun se me hace raro poner rumbo al monte sin que sean las cencerras de mis perretes las que ponga música al trayecto ( lo que os echo de menos solo mi mente lo sabe). Dormir arropada por unos brazos como los tuyos, hacen que despiertes segura y camines sin duda, por eso quizá el nerviosismo de salir al monte, se ha transformado en una inquietud controlada, ganas sin ansia, ilusión sin prisa.
         Así nos apostamos en un cortadero cerrado, donde nos dimos cuenta que las cómodas sillas se habían quedado en casa ( cosa de nuestro caos) pero también comprendimos que no hay silla más cómoda que esa que se prepara con un puñado de jaras blancas y romero… abre pasado días en sillas con respaldo pero puedo asegurar que nunca estuve tan cómoda como en esa mañana de domingo.
        Mis ojos claros te contagia su paz, rifle en mano en esa eterna espera a que los perros lleguen a sus sueltas. Cuando llegan a ella, un escalofrió me recorre la espalda, esos ladridos nerviosos en sus remolques, me trasladan a sueltas pasadas y me hacen recontarle y decirlo en voz alta, “algun dia…. Algun dia no muy lejano….. “ porque si bien se apreciar lo que es estar apostado en esa postura, el cuerpo me pide monte, me pide jaras, me pide ladras… en la lejanía se escuchan las primeras ladras de unos perros coloradillos que hacen que al mirarnos los dos aunemos el pensamiento, “como nos gustan esos colorados¡¡ “
       Asi transcurre la mañana, entre ladras que son un si pero no, arrollones que son un viene pero no pasa, un encare que no es tiro y una cierva joven que dejamos pasar…  fue el dia de la miel en los labios, de echar de menos  y de nuestra primera de muchas. Las Albertillas, que sin duda debe ser bonita de pasear, paso a ocupar en la casa Fernandez-Marmolejo, el lugar de la primera.
          No, no fue de dia de lance, pólvora y sangre, fue día de recuerdos y comienzos, de mayúsculas sin duda. Fue una mañana en la que nos marchamos con la sensación de saber que vendrán más, mejores quizá pero sabiendo que será las Albertillas la que nombremos cuando digamos aquello de “ te acuerdas la primera vez que fuimos…. “ y asi, solo asi comienzan las grandes historias, quedándonos con ganas de mas…. Siempre con ganas de mas….