jueves, 25 de abril de 2013

A tí Monteria





No me cuentes más historias de amores y pasiones por las jaras que a día de hoy ya no me creo nada. No empieces de nuevo y calla, te lo pide un corazón quemado y cansado de tanta falsa.

Hoy no siento igual que ayer, el pisar tus piedras gastadas esa necesidad de gritarte entre las jaras. ¿Qué queda cuando el amor se acaba? sentada después de una temporada larga, intensa en momentos de ladras y dura en recogidas amargas, una temporada que finiquito, dejando al alma con ganas de más y al cuerpo pidiendo que acabara.

Pasan los años y me pregunto, si he pasado tantas horas entre sonidos de caracola que ya no  siento con la misma inquietud que cuando me robaron mi primer aliento. Quizá sea solo culpa mía,  ya no miro con inocencia el amor que los lentiscos a voces calladas me regalaban.

En esta ruptura decir, que es mi corazón el mayor de los culpables, pues a ti Montería te lo regale todo, te lo entregue todo: Mis amaneceres nerviosos, las suelas de mis botas gastadas, el roce de mis zahones curtidos…te di mis caricias de manos suaves pero duras, mis te quiero gritados en forma de ladras y hoy ya no siento nada.

Y buscando una explicación decirte, que me gustaría poder pasar los días culpándome, diciéndome a mi misma que espere demasiado, me hice falsas esperanzas, soñé tanto que me devolvías el amor que yo te procesaba que como la perdiz cegada por el canto del reclamo me deje llevar hasta tu plaza, donde tu Montería libertina y falsa, me esperabas con el arma cargada.

No es justo por tu parte, que castigues a la que tanto amor incondicional te ha procesado, esperaba de ti tan solo, un trato mas humano una caricia de vez en cuando , un gracias por un trabajo bien realizado. Yo que solo te pedía Montería, una ladra de vez en cuando, un arroyon inesperado y un agarre que alguna vez nuestro amor hiciese oler a sangre.  ¿Qué trabajo te costaba seguir dándome a cambio de mi esfuerzo dos satisfacciones casi involuntarias?

Ha sido culpa de las dos Monteria, mía por dar de mas y tuya por no dar casi nada. Te han quitado con los años, las ganas de quererme entre tus jaras, te van quitando poco a poco la ilusión por ver a los campaneros quebrar las jaras, te van dejando amor mío cada dia un poco mas sola y un poco mas hundida.

Aun estamos a tiempo, de no dejarnos por completo. Aprovechemos este tiempo de veda, para recapacitar y darnos cuenta que igual que yo necesito tus jaras tú necesitas mis manos quebrándolas al paso, que con la misma intensidad que yo tengo que gritarte “te quiero” tu necesitas mi aliento, no dejemos Montería mía, que ese caballero de apellido € se interponga entre nosotras y termine de un plumazo con esa amor caliente, paciente y romántico  que durante tantos años nos hemos procesado.

No lo permitamos, sentémonos del mismo lado y gritemos al mundo entero, al mundo montero y perrero que tu si mi y yo sin ti, no somos nada.

Recuperemos la pasión de antaño, esa en la que mirar de reojo era necesario. Volvamos a desearnos igual que lo hicimos el primer día que nos rozamos, acariciemos con la misma lujuria que en aquel tiempo hizo de nuestro amor delito, simplemente regresemos dándonos el respeto que ambas partes necesitamos para ser hoy y siempre, tu y yo, montería y rehala esa pareja perfecta que con sus altibajos sepan apoyándose ,hacer frente a los indeseables que quieran degradarnos,  siendo buitres que se aprovechan de nuestros ratos de flaqueza. 

Que empecé a escribirte estas líneas, pensando en abandonarte y antes de acabar ya me he dado cuenta, que un amor como el nuestro no puede tener final, no puede dejarse abatir, no puede siempre que sigamos siendo tu y yo, yo y tu, necesarias e irremplazables.

Aprendamos a seguir necesitándonos, a seguir amándonos.

Atentamente,
“la Rehala”
(*públicado en revista JyS columna "cuando el monte susurra" numero de Abril )