martes, 24 de septiembre de 2019

Aquella noche....


       Aquí sentada frente a mis musarañas, me doy cuenta que la vida, esta que nos empeñamos en querer vivir sin dejarnos nada por hacer, está a la que a veces pensamos que no le dedicamos la atención que merece, va pasando.

          No le damos importancia a los días esperando que llegue una fecha señalada, quitándole valor a los días previos.. error humano… tremendo error.
Pero gracias a esos días esperados, la llenamos de recuerdos, recuerdos que cumplen su soberana función… la de llenar los vacíos de algo mal llamado felicidad.

           Así con mis musarañas, recuerdo aquella noche por tierras extremeñas, noche clara donde ya el fresquito era protagonista y un curioso olor a pasto húmedo inundaba todo.
Allí, perdidos del mundo que no del ruido, nos dejamos sorprender.
Un sonido demasiado particular como para poder explicarlo, hacía que el bello fuese, alfileres que al erizarse a su máximo nivel casi dolía. Un dolor placentero sin duda.
Cada vez más cerca,  siluetas inundaban nuestro alrededor en un ir y venir de piropos secos al viento… tenía que dar la razón a mis ojos claros ( nunca había escuchado nada igual)
Entre las sombras, los dueños del lugar hacían acto de presencia.. su cornamentas son distintas y al chocarlas en el calor de la batalla, “plas – plas –plas” y vuelta a empezar, polvareda a su alrededor, se mezcla ahora el olor a pasto con ese polvo espeso que se confunde con niebla cuando el tropel se hace intenso o los frenazos llegan en seco.

            De nuevo, lamentos al viento… por algo se llama ronca, cortos e intensos, fuertes.. sus cuellos tornan en negros, y con la noche apenas se dejan ver, el brillo de sus ojos, la profundidad de su garganta, el estruendo de sus palas…
Se acercan a ti, no notan tu presencia, tan calientes en su lucha que descuidan tu presencia.. son las hembras, quienes más cautelosas advierten de tu posición….

             Recuerdos intensos de una noche que pasará a ser “aquella noche”, la primera en la que mis oídos grabaron la melodía bronca de los gamos en ronca.
Experiencias que llegan a mi mente cuando termina el calor del verano, cuando ves venir Octubre. Vivencias sin las cuales hoy no seriamos lo que somos, momentos que llenan la vida, de esos que nos empeñamos en buscar y que sin embargo llegan de repente..

               Y después de tanto marear los recuerdos, asumo que nos empeñamos en vivir dándole sentido a la vida, buscando la felicidad a toda costa, intentando hacer que los días cuenten , cumpliendo todos esos tópicos de frases motivadoras y resulta que todo es más sencillo…. Al final, se trata solo de VIVIR….

Señores, siempre con ganas de más…..  
No dejemos que los días sean un simple ver venir un día esperado….


lunes, 2 de septiembre de 2019

Mes del Amor.




Y es que dicen que después de la tormenta, siempre llega la calma. Pero bien sabemos que en septiembre y en nuestros montes no es así.
Después de la tormenta, llega el olor a monte mojado, no a tierra a monte… que son términos diferentes.
La tierra mojada alegra los sentidos, pero la jara mojada despierta la vida y el lentisco recién empapado, se mete en lo más hondo de nuestro corazón.

Así despierta septiembre, arranca la vida. El olor a monte mojado, aviva los amores reñidos, esos que dicen son los más queridos. Así cae la tarde en los chaparrales, donde los venados lucen blanca su cornamenta recién “descorreá”.

Despierta la vida, en los rincones que han sobrevivido a los calores infernales de este verano.
Salimos al monte, expectantes, escuchando las primeras llamadas de amor en la espesura. Viendo a los machos jóvenes ardientes en deseo romper a los llanos, en un vano intento por coger sus primeras hembras. 

El amor está en el aire y los sentidos así se empeñan en hacérnoslo ver.
Seriamos capaces de pasar horas apostados en cualquier lugar, viendo caer la tarde, llegar la noche, para ver venir el día. Cumplir ese ciclo de horas es un privilegio.

Escuchar esas embestidas, peleas por ser los dueños del aren, somos pocos los que hemos notado como se eriza la piel cuando dos cornamentas se enganchan en encelada batalla. Si su berrido encoge el corazón, su chocar de cornamentas rompe el alma.

Estos días son un regalo, todo el que se llame cazador debería disfrutarlo. Tener la suerte de ser testigo callado de estos sonetos de amor.
Llegan días de aproximaciones, días de pasos cortos buscando la pieza de nuestros sueños…llegan días de silencios largos, esperando que llegue a despertarnos…

 Comenzamos...




Señor@s, septiembre, el mes del amor….esta aquí….