Noches que
se juntan con amaneceres, casi sin darte cuenta miras rápido el reloj y no
puedes creerlo ¡¡¡ Cómo se me ha podido ir tanto el Santo al cielo ¿? Sales
casi sin decir adiós a los presentes, entras en una casa en la que ya no esta
dormida y haces un vago intento por refrescar el cuerpo con una ducha no
demasiado caliente.
El
amanecer te ha cogido las vueltas, y el furgón espera en la puerta cargado de
cencerras que cimbrean nerviosas….. no hace frio, esta la atmosfera con una
tranquilidad contenida. En el furgón, ni una sola palabra, por primera vez en
muchos días rio ante el diita que a mi cuerpo le espera.
Sin
salir mucho de la carretera que recorro a diario, ponemos rumbo hacia “El
Berro” de esta finca, no conocía nada pero nada de nada… inculta mi mente
perrera. Al llegar a la junta caras conocidas que llevaba demasiado tiempo sin
poder saludar el veterano Pepillo “Fragonetas”¡¡ este hombre que en la
temporada pasada me preparo candela, este hombre curtido en la dureza que tiene
el monte, tiene para todos una reprimenda….me encanta ver como él, de los
perreros de antes, me mira con el máximo cariño que su apariencia ruda pueda
reflejar. Ricardin de la Rehala Joaquin Vadillo, perreros como Rafael
“cola-cao”, Raúl monteando los Machucas… una lista larga, una lista que hicieron entrañable la espera y
me impidieron dormirme de pie…
Al
poner el rumbo a la suelta, acompañamos a Juan de Ecija, un perrero peculiar
por su forma, sus perros y su simpatía…. Los carriles de esta finca no son
precisamente un paseo, por lo menos la parte que corresponde a nuestra suelta
es todo un barrizal, damos gracias a que el cielo se aguante y no derrame ni
una gota. Tras las primeras indicaciones Adolfo da suelta a sus valientes,
guarda silencio y yo llamo desde la parte de arriba… me vuelven loca cuando
salen con tantas ganas y si, se me cae la baba cuando mis valientes me arroyan
a su paso y responden a mi voz… no puedo
evitarlo¡¡¡ no me acostumbro a su obediencia y en días como el del domingo la
necesitaba…
Comenzamos
una subida que no termina, en un transcurrir entre pinos y piedras…sobre todo
piedras, peñascos grandes que dan una forma hermosa a esta finca, las vistas te
dejan sin aliento…los perros no paran de moverse entre ellas y dar largas
salidas, sin previo aviso cuando alzo la
vista tras zafarme del abrigo de las bajeras de algunos pinos una cierva me
hace gritar “que me arroya, que me arroya¡¡¡ “ cerrar los ojos y echarme al
suelo…… la vi, la sentí, la note … a menos de dos centímetros de mi nariz paso
ella fugaz, seguida por una docena de perros. Cuando abri los ojos, Adolfo que
siguió mis pasos y el guía no daban crédito, lo cerca que me paso y no, por
suerte no me rozo…
Es
curioso darte cuenta que diferente es montear en este terreno, pues con el
jaleo de las ladras, concentrada en donde colocar los pies y las manos, la
vista al arroyo que quiere empezar a correr en la parte baja, no la escuche….no
sentí su tropel, no preste atención a la carrera que se plantaba delante de mi.
Pero la vi cerca…como la vi¡¡¡ tuve que soltar una carcajada para liberar la
adrenalina que se acumulo en mi garganta y entre bromas replicarle a Adolfo “yo
creo que deberías ir tu un pelin mas adelantado no jajajaj” Adolfo sonrió y no hizo falta que hablase
mas, pues hizo caso omiso y siguió a dos metros de mi mas bajero…
Las
ladras en aquel barranco se sucedían, las ciervas buscaban el refugio que le
dan las coronas altas y nosotros sin el equipo de escalada, comenzábamos de
nuevo otra ascensión interminable….
Mas carreras,
mas arroyones fugaces, pero ya con los cinco sentidos puestos no solo en
mantenernos en pie son más claros sus pasos y dirección…
Fue una
mano divertida, unas vistas y unas
ladras que me impidieron pensar en la falta de sueño. La llegada a los furgones
fue casi limpia, tan solo faltaban dos cachorros que se habían quedado
rezagados tras las carreras de las ultimas ciervas.
en el fondo...la mano que andamos en el Berro |
Adolfo
subió a uno de los puntales caracola en mano, mientras yo con el botiquín fuera
arremangue las manos de la camisa y me senté en el barro frio del Berro junto
con uno de los podencos del compañero Juan de Ecija, quien con la voz entre
cortada me pedía algo que me desmonto el mito del perrero rudo “ yo te lo ato y
tu limpias la herida….que yo no puedo” sus ojos denotaban un dolor
indescriptible (y no hablo del perro)
Con la
cura ya hecha, y las ultimas puntada de hilo y grapas….todos juntos ya. Pusimos
rumbo a la casa, esperando con ganas poder emprender el corto camino de regreso
y poner fin a un día intenso.
No todo
es dulce y pastel en estos días de suelta, pues las piedras del Berro aunque
hermosas son duras de pasear… merece la pena sin duda que el sudor frio te
recorra la frente tras llegar a la parte alta….
El
camino a casa se hace silencioso, creo que también por primera vez no duermo en
ese furgón, llevo el cuerpo aun
acelerado suman muchas horas de falta de sueño y otras tantas de inquietud…
pues sin duda El Berro, me enseño que si la mente quiere el cuerpo puede…
Señores,
de nuevo con ganas de más¡¡¡¡
… gracias
Señores Perreros, por hacerme disfrutar tanto entre vosotros…así da gusto ¡¡¡