lunes, 8 de febrero de 2016

Cruce de caminos



El silencio se hace en mi mente cuando comenzamos a circular por aquel carril, aunque el ruido en el furgón no cese y la voz de Pablo sea imposible callarla, para mí solo hay silencio. Miles de recuerdos saltan del corazón a la garganta provocando un nudo que aprieta… pero por suerte no ahoga.

Dijo algún filósofo, que si quieres ver cuánto has cambiado debes volver a un lugar que siga estando igual… eso precisamente me ocurrió a mí el domingo, regrese a un cruce de caminos  inamovible al paso del tiempo, hasta aquel medio chaparro mantiene sus 3 piedras perfectamente acomodadas…. Cuantas horas se habrán pasado sobre ellas, cuantas historias habrán escuchado y de cuantas habrán sido testigo.

La suelta, entre  jaras en las que notas como han crecido, que se han hecho más duras y espesas, jaras viejas entrelazadas con nuevas sumándole las bajeras de los pinos, creando un paseo duro donde el sentido que más funciona es el del oído y el tacto, porque la vista queda anulada, y el gusto es siempre entre dulce y amargo…

Los perros se esfuman entre la espesura, afinamos el oído para escuchar como las ladras se pierden en la lejanía, esperas, desesperas y caminas… para mí, un privilegio volver a hacer esa subida, perderme en ese lio que te traba los pies, que se empeña en que tomes tierra pero que no lo consigue, tan real como la vida misma, te obliga a pisar más fuerte, a levantar más los pies y la cabeza…terrenos que se endurecen y te obligan a seguir con más brío y fuerza.

Ver a Pablo, recordando aquella primera vez en la que el agua empapara un pequeño chaleco que le tuve que poner para que después se quedara con los arrieros refugiándose del agua, me hizo ver de golpe, cuán rápido pasan los años…pues hoy es un medio hombretón que se aprieta los zahones cada día con más decisión… (Bien Pablo Bien)

La mano llega a su fin, y los minutos parecen que no han pasado, que rápido, que fugaz…  de nuevo el cruce de caminos, de nuevo el regreso al inicio, de nuevo se juntan pasado y presente… emoción a flor de piel.

Se escucharon tiros, se escucharon ladras, se escuchó montería esta mañana de domingo, pero en mi mente seguía aquel silencio, ese que provoca el nudo de la emoción. Cuando me marcho, de reojo digo hasta luego, pues en mi mente siempre queda un volveré… para seguir comprobando como yo he cambiado, observando ese rincón que se mantiene intacto.

Finaliza un día, viendo caer la tarde en un lugar más que mágico, los rincones adquieren el valor de los momentos que nos unen a ellos, y para mí siempre será, ese cruce de caminos, ese cruce de miradas, ese cruce de momentos….. Ampliando una bonita colección de momentos…

Siempre con ganas de más…