El silencio se hace en mi mente cuando comenzamos a circular
por aquel carril, aunque el ruido en el furgón no cese y la voz de Pablo sea
imposible callarla, para mí solo hay silencio. Miles de recuerdos saltan del
corazón a la garganta provocando un nudo que aprieta… pero por suerte no ahoga.
Dijo algún filósofo, que si quieres ver cuánto has cambiado
debes volver a un lugar que siga estando igual… eso precisamente me ocurrió a
mí el domingo, regrese a un cruce de caminos inamovible al paso del tiempo, hasta aquel
medio chaparro mantiene sus 3 piedras perfectamente acomodadas…. Cuantas horas
se habrán pasado sobre ellas, cuantas historias habrán escuchado y de cuantas
habrán sido testigo.
La suelta, entre jaras en las que notas como han crecido, que
se han hecho más duras y espesas, jaras viejas entrelazadas con nuevas
sumándole las bajeras de los pinos, creando un paseo duro donde el sentido que
más funciona es el del oído y el tacto, porque la vista queda anulada, y el
gusto es siempre entre dulce y amargo…
Los perros se esfuman entre la espesura, afinamos el oído
para escuchar como las ladras se pierden en la lejanía, esperas, desesperas y
caminas… para mí, un privilegio volver a hacer esa subida, perderme en ese lio
que te traba los pies, que se empeña en que tomes tierra pero que no lo
consigue, tan real como la vida misma, te obliga a pisar más fuerte, a levantar
más los pies y la cabeza…terrenos que se endurecen y te obligan a seguir con
más brío y fuerza.
Ver a Pablo, recordando aquella primera vez en la que el
agua empapara un pequeño chaleco que le tuve que poner para que después se
quedara con los arrieros refugiándose del agua, me hizo ver de golpe, cuán
rápido pasan los años…pues hoy es un medio hombretón que se aprieta los zahones
cada día con más decisión… (Bien Pablo Bien)
La mano llega a su fin, y los minutos parecen que no han
pasado, que rápido, que fugaz… de nuevo
el cruce de caminos, de nuevo el regreso al inicio, de nuevo se juntan pasado y
presente… emoción a flor de piel.
Se escucharon tiros, se escucharon ladras, se escuchó
montería esta mañana de domingo, pero en mi mente seguía aquel silencio, ese
que provoca el nudo de la emoción. Cuando me marcho, de reojo digo hasta luego,
pues en mi mente siempre queda un volveré… para seguir comprobando como yo he
cambiado, observando ese rincón que se mantiene intacto.
Finaliza un día, viendo caer la tarde en un lugar más que
mágico, los rincones adquieren el valor de los momentos que nos unen a ellos, y
para mí siempre será, ese cruce de caminos, ese cruce de miradas, ese cruce de
momentos….. Ampliando una bonita colección de momentos…
Siempre con ganas de más…
Impresionante, Ana, ¡qué fuerza traen estas palabras y cuánto sentimiento! Creo que esto es como la mejor cosecha y aquí leo a la mejor Ana! Ese cruce de caminos es para ti como aquella magdalena de Proust, y volver a pisar ese carril es la evocación que te trae recuerdos que aparecen como si los estuvieras viviendo de nuevo.
ResponderEliminarEse cruce de caminos, ese silencio, esa compañía y esos momentos son los puntos cardinales de esta fenomenal entrada, y lo grande es que tú salgas al campo, sientas eso y sepas transmitirlo.
¡Enhorabuena una vez más!
Muchísimas gracias!!!!
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