Sobre la relatividad del tiempo mucho se ha escrito ya,
todos sabemos eso de que los segundos pasan de forma diferente dependiendo del
lado de la puerta del baño en el que te encuentres, cuan relativo es el paso
del tiempo.
Pero si en algo estamos todos de acuerdo, es que cuando es
disfrutado se precipita, no se notan los segundos, se nos escapa entre los
dedos.
Nos queda en estos días, solo la poderosa facultad de
recordar, de rememorar una y otra vez esos segundos en los que casi fuimos
dueños del tiempo y conseguimos detenerlo, esos pequeños instantes en los que
metimos en la cruz y no disparamos, esos segundos en los que contuvimos la
respiración y nos tembló el pulso, instantes que hacen que volver la vista atrás
no duela.
Estamos rodeados de tiempos complicados para todos los que
somos amantes de una pasión incomprendida, vivimos con el miedo de no saber
reflejar y hablar con propiedad sobre ese tiempo que a veces conseguimos parar.
Pero tenemos la gran suerte, de seguir siendo dueños de
nuestras sensaciones, esas mismas que nos permiten disfrutar de este letargo en
el que estamos inmersos, de ser testigos mudos de esta primavera que nos saluda
de frente, que da vida e inunda las ganas.
Disfrutemos pues de este periodo, en el que el monte se
muestra esplendoroso y nos enamora un poco más, esta forma de lucir los días,
de mirar al horizonte y pensar que volviendo la vista atrás, sí que podemos
parar el tiempo.
Con ganas de más… en la más bella de las esperas….
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