Todos
tenemos un pequeño calendario en nuestra mente, en el que de negro tenemos
marcado días con nombres en los que aparece en cursiva “por aquí no me apetece
volver”, otros que aparecen marcados en
verde donde con letra subrayada aparece “por aquí fue donde” y otros marcados
en rojo pasión con letra en negrita bien grande donde se puede leer “Por fin”
Pues
bien, este sábado fue uno de esos días marcados bien en rojo, La Zarca. Paraje
de pinos y jaras que es culpable de no dejar conciliar el sueño en mi casa,
culpable de los desvelos de un hogar al completo.
La
noche de antes, larga pero corta, sensación de que las horas no
avanzan…teléfonos que no paran de sonar y ausencias en un hogar donde se velan
armas. No dejando ni que las 8 de una mañana nublada y llena de aire, sonaran
en el despertador yo seguía dando pasos por una casa que aun llena parecía tan
vacia. Sentada en el furgón a puertas de
las perreras de NavaObejo, se me va la vista hasta el horizonte donde en un
punto estará mi padre arrugando su nariz pensando eso de “que poco me gusta
este tiempo”. Llamada tras llamada, agobio cuando un teléfono esta sin
cobertura, y las ansias por que las horas pasen… no son ni las 10 de la mañana
cuando recogemos al pequeño de Adolfo en la esquina de su calle, donde
hiperactivo da un salto al furgón (comenzó a hablar en ese momento y yo creo
que paro, cuando lo dejamos en casa…)
Una
junta distinta, es un dia raro. Rodeada de compañeros a los que la vida hace
que lleve demasiado sin ver, abrazos deseados , miradas buscadas que extrañaba
ya ver entre ambiente de perros… pero faltaba algo, no estaba mi mente en el
lugar donde andaban mis pasos…por fin, una voz al otro lado del teléfono me
devolvió a la realidad. Confidencias, palabras de animo y sobre todo una frase
“ te espero en la cadena de la entrada que me toca estar allí..”
Desde
que escuche esa frase hasta que bese la mejilla fría de mi padre aun pasaron
horas, pero como me puso en mi sitio ese saludo….toca darlo todo¡¡¡¡¡¡¡¡ la
suelta, la que tanta otras entre unas jaras que cada dos años me parecen más
altas pero a la vez mas débiles (o será quizá que yo las doblo con mas fuerza e
ímpetu ¿? ) como compañeros la “Rehala los Cuñao`s “ y D. Angel de Torrecampo
con sus cuarentaitantos valientes.
El dia
estaba raro y la suelta asi lo reflejo, no dio tiempo a que los perros cruzaran
dos jaras cuando comenzaron las primeras ladras, las primeras carreras a ciegas
entre esas jaras que nos doblan en tamaño. Tras mis talones Pablo, quien parece
no tener miedo a nada y quien su juventud hace que se crea valiente, y no
pequeño mío no es valentía es desconocimiento…cuanto te queda por aprender aun
para demostrarte a ti mismo que la valentía de un hombre se mide por algo mas
que por su fuerza….
El dia
nos llevo a esa zona que siempre nombre, en la que pinos y jaras son solo uno,
si te pones de pie te enganchas en las bajeras de los pinos si andas casi
agachado los troncos de las jaras viejas te cortan el paso…se hace mas oscuro
el dia…. Sin saber bien por donde, tres ladridos y una carrera, pelea entre
compañeros por un pino¡¡¡ (como no hay pinos¡¡¡ compi ¡¡ vamos al mismo¡¡ ) y
un guarro corpulento que en su carrera lanza por los aires a uno de nuestros
cachorros y voltea a Tacuma….
Cuando
bajamos de las alturas, continuamos nuestra mano. No esta aquello como hace dos
años, cuando en bajarnos de los mismos pinos tardamos casi una hora y avanzar
con paso firme era casi imposible…
Pasear
para mi por la Zarca implica siempre demasiadas ganas de acabar, la siento, la
añoro pero cuando llega…de lo único que tengo ganas es de que se pase pronto
¡¡¡ ironías de la vida ¡¡¡
Entre ánimos
a nuestros canes, tengo hueco en mi cabeza para pensar como le irá al tito Juan en su mano, donde los Zampas
estaran haciendo ruido, si los beagles de Hilario estarán ya dándole música a
la mañana o si los podencos del joven Canito estarán haciendo gala y uso de su
buen hacer por esta sierra…antes de terminar mi repaso una voz en la emisora me
hace sonreír de nuevo, tan cerca pero tan lejos..…
Poner
los pies en el cortadero que me enamoro de niña y seguir avanzando, buscando
algo que en mi memoria fue un llano de jaras bajas era uno. No escuchaba tiros,
no había en mi andar alegría….seguía siendo como al comienzo un día raro.
La
recogida fue tranquila, entre Adolfo y yo un Pablo al que le pesaban las botas
(ainss pequeño¡¡¡¡¡) recuento tras recuento nos faltaban perros…. Mientras
Adolfo llamaba en la última quebrada adelante mi paso a los furgones en el
camino mi joven “Socio” que venia de pasar su montería con los perros de Angel,
y dos cachorros más me salieron al paso.... pues ya quedaban menos.
Al
llegar al furgón, seguíamos con el recuento, algo no iba bien… Dimas, me avisa desde la emisora que tenía allí a uno
de nuestros berrendos pero que por mas que le tiraba “besitos” no conseguía
cogerlo, Tacuma no daba cara la
preocupación aumentaba, en mitad de la espera mi padre pasa en busca de un
remolque, no son necesarias palabras un beso y a seguir el con su tarea y con
la nuestra.
Movíamos
cielo y tierra y allí no daba cara ninguno…… mientras en la casa el llano de la
Zarca estaba triste, no había entre los presentes la cara de felicidad de años
anteriores, casi cuando daban las seis de la tarde, dejamos un jersey en la
suelta y decidimos dejar allí al perrete…
Por el
carril una y otra vez, hablando con Marcial
quien acompañado en esta ocasión por mi tio, no paraban de recoger
atravesados heridos, lo dicho para todos había sido un dia raro. En ese furgón en
el que por fin Pablo guardo algo de silencio (no por no tener nada que decir,
sino porque el cansancio hizo su aparición) entre Adolfo y yo una calma tensa,
volver dejando a uno fuera del furgón, nunca es grato y se nota.
Cae la
noche mientras cruzo la puerta de mi casa, donde mi hermana y mi madre aun
esperan la llegada de los hombres de mi casa. Yo casi sin mediar palabra, entro
dentro de una ducha caliente, donde respiro, libero las tensiones que la Zarca
acumuló en mi mente y en mi cuerpo.
La entrada
en casa de mi padre, me devuelve esa sonrisa que siempre me saca. No hubo que
mediar palabra, son miradas que habla más que los sonidos. Su abrazo, la
calidez de su cuerpo robusto y un “ todos hicimos lo que pudimos” pusieron
punto y final a una jornada que desde el primer momento se hizo interminable.
Llegó,
pasó y apenas se disfrutó. Aun hoy, siento que fue un día incompleto eche de
menos la calidad de una persona presente, note la falta de la intensidad de las
jaras vibrando…me falto Zarca, me falto Montería…..
Me quede,
esta vez con un sabor a nostalgia que hoy jueves, me hace tener ganas de mas…
Excelente texto Ana. Decirte que yo estuve en La Zarca, posiblemente mi puesto en mitad de la traviesa del numero 7 justo al lado de donde soltasteis. Fué una montería rara para todos. Eso sí, tus perros a eso de las 15,00 levantaron una piara enorme de guarros que nos sacaron lances a mas de uno. Esperemos que se de todo mejor en la siguiente, que ya quedan solo un par de semanas.
ResponderEliminarMe alegro de haber monteado con tigo paisana y también de. Leer tu bloc
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