Digamos que a veces no se necesitan esos “cinco minutos mas”
que te arranquen de la cama, digamos simplemente que a veces somos nosotros quien
con el ansia de disfrutar el dia, perseguimos la madrugada hasta que se
convierte en un frio amanecer.
Curioso es levantarse y romper el silencio de un pueblo
blanco, haciendo sonar una cucharita en un vaso caliente, ese sonido da el
toque de alerta a una casa, que aunque dormida nota tu marcha. No hay despedida
en la puerta, ni beso en la frente, pero notas que quien se queda en la cama
caliente ya no duerme.
Subes en un furgón donde se escuchan cencerras nerviosas, en
ese momento dices un “hasta luego” silencioso al rincón blanco que abandonas.
Pones hora a tus salidas pero jamás lo
haces a tu regreso. Camino de cualquier suelta, en las que la incertidumbre por
lo que ocurrirá en esas horas de paseos entre jaras son la única preocupación
que tienes, piensas en los lances, en si tendrás que desenfundar tu cuchillo,
piensas en tener hilo y aguja, piensas en si llegaran todos al furgón, si los
carriles estarán en condiciones de uso.. Tienes en la mente mil pensamientos
que se reducen a uno, que todo salga bien.
Pasas horas entre jaras que a veces parecen eternas y otras
son segundos, transcurre el dia entre “Tomaho” y “vamos valientes”. Y en muchas
ocasiones la oscuridad que dejaste al son de una cucharilla con café vuelve a
caer sobre ti, y justo en ese momento pegas un tiron de tu chaqueta, sacas un
teléfono y te das cuenta, nada de cobertura.
¿Cuantas horas habran pasado desde que deje aquel café ?
No puedes hacer más de lo que ya haces, esperar a la luz de
la candela hasta que aparece el que falta o hasta que es más seguro salir y
volver mañana. Rompes la tranquilidad que dejo la montería en cualquier finca y llegas a un punto donde tu teléfono
recupera su cobertura, eso y que el mismo rompa en tonos de llamadas que no
tuvieron respuesta es uno.
Olvidó mi mente en esas horas de suelta, que cuando yo salía
en la madrugada una cama quedaba intranquila y llena. Olvido mi mente en esas
horas de monte, que mientras yo pensaba en romper jaras y recoger perros,
estaba quien en mi casa cogía un teléfono cada dos segundos esperando algo tan
simple como una llamada que tranquilizara un corazón.
Olvidan nuestras mentes monteras, que mientras nuestros
corazones laten al son que marcan las ladras los de mujeres valientes
permanecen a ratitos parados por culpa de la pasión que en esto que ellas llaman peligro nosotros
encontramos.
Hoy después de dias duros, no puedo dejar de pensar en esa
madre que permanece a la espera de que la puerta rompa con el sonido de una
llave antes de que caiga la noche, no puedo dejar de darle las gracias por
sentarse a esperar una llamada que muchas veces no llega, no puedo dejar de darle
las gracias por estar simplemente donde su condición de madre le hace estar, y
pedirle perdón, por las horas de espera intranquila, por las horas de ausencia,
por no ser siempre su hija perfecta, esa hija que encuentré en unos tacones una
afición mas segura que la que dan unos zahones, lo siento madre mia, Siento ser
egoísta y encontrar en las jaras el abrazo que necesito cada fin de semana y no
buscarlo en tu regazo, lo siento por no estar pendiente de una llamada y si
estarlo de una cencerra, siento tus dias de sueño quitado por culpa de una
pasión paseada entre jaras.
Ana B.
Columna "cuando el monte susurra"
revista JyS
Benditas madres ole por ellas
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