Caer en la cama despidiendo tus 27 años, en la mente el
recuerdo hacia un año vivido de la forma más intensa. Mi despertar tenía una
hora programada, 7.30 de la mañana, supuestamente mañana de conejos y perol con
la gente del coto..que mas se puede pedir que pasar tu cumpleaños, disfrutando
de gente llana, escopeta y perro.
A la hora programada, pita un coche en la puerta de casa. Al
abrir la puerta, allí estaba un captor sonriente, con un pañuelo en los ojos
que no me hizo sentir miedo…todo lo contrario, por primera vez sentí un
nerviosismo raro… intriga.
El trayecto parecía más largo de lo normal, en mitad de
camino él indico que me quitara el pañuelo que cubría fuerte mis ojos, en ese
momento no sé cuantos lugares pasaron por mi mente, lo que esta claro es que
ninguno de ellos era en el que estaba, me vi entrando a Belmez….entre sorpresa
e incredulidad mire a mi secuestrador. No hizo falta preguntar, él solo
pronuncio “El Moro, para ti… Felicidades”.
Ya desde temprano mis planes de fin de semana habían cambiado
por completo al antojo de la gente que me rodea, pero ni por asomo podía imaginar
que cambiarían tanto. Me vi, en la junta de la montería que la Sociedad de
Cazadores de Belmez preparada con tanto esmero, un lugar al que siempre había tenido
ganas de acudir y que por falta de tiempo, nunca me había dejado caer.
La junta, con sus migas y las risas, entre gente del campo,
saludando a caras que con el paso de los años se han hecho indispensables para
mi…. Vitoriano y Paco (el duo) la familia de los Servandos con mis Remujitos …
y un largo etc que hicieron junto a mi secuestrador que fuese un dia de celebración
inolvidable.
Pendientes del sorteo, Agustín y su padre, indicándome las
armadas que mas suelen cumplir, contando anécdotas de años anteriores, casi
hicieron que se me olvidara estar pendiente de mi nombre, al escucharlo en la lejanía,
no me tembló el pulso “armada: los Peñones nº 4” y a los 10 minutos, camino de una postura que
se pierde entre pinos.
Mi captor, permanecía inmóvil, vigilando cada movimiento
incluso me llegó a preguntar “donde me coloco para que no te moleste” no estaba
por la labor de dar ni una sola indicación ni recomendación, no le apetecía ser
protagonista de esta postura. Colocados de
la mejor forma posible, permanecíamos pendientes a la llegada de las rehalas,
pendientes a adivinar entre las voces de los perreros quienes serian nuestros
monteros, que raro me sonaba el monte… escuche los ladridos de los perros con
el ansia de salir, el primer grito de los perreros para poner orden y mi mirada
cómplice con la de mi captor, se traducía en un “me gusta donde estoy pero echo
de menos ese momento de suelta”
Empieza a moverse el monte, buscar el hueco entre los pinos para
ver la bajada de las reses hace que en ocasiones se nuble la vista. Frente a
nosotros una línea de monte que daba paso a otra línea de pinos, observando
atentos la bajada de las ciervas y los movimientos de estas, nos estaban
ayudando a visualizar la corrida de las reses. A estar pendientes a puntos
clave de paso.
Las ladras de unos podencos medianos se sucedían por
aquellos pinares, no había lugar para el despiste ni la charla, cualquier
pisada era perseguida por nuestros sentidos.
En mitad de la monteria, apoyada ya en un pino pues no sabía
de que manera colocarme para conseguir que el sol pusiera un poco de su parte y
me calentara. Mi Captor, con un medio “ee” silencioso me marco con la mirada al
filo del carril…allí estaba, dudando si saltar o volverse, en esas decimas de
segundo tuve claro que al girarme y encararme mi arma él se movería, por lo que
hice lo que mejor se hacer…ser rápida, el venadete cumplió y en el lugar de
salir al carril dio un giro sobre sus pasos y en ese momento un solo “pum” no
lo vi salir, porque una coscoja me tapaba por la parte de arriba parte del
terreno…la duda, mire de nuevo a mi captor y este con una encogida de hombros
lo dejo claro…”puede que si puede que no” (en mi cara había satisfacción pues
yo sabía que si”
Dejamos que siguiera la
montería, media hora escasa paso, hasta que el perrero de la rehala “el
trabuco” un joven alto y fino, que se fue de la montería sin que yo tuviese ocasión
de saludarlo, llegaron sus perros antes que sus pasos y a una de sus podencas
le adivine un movimiento de cola alegre…si, lo estaba diciendo “esta aquí” a
los dos minutos el perrero me lanzo esa pregunta de “el venado de allí es
vuestro¿?” salte tan alto que casi roce las bajeras de aquel pino….”ole…. que
yo sabía que lo había cogido bien”. Un tiro certero en la tabla de su cuello…
tan certero que no se movió.
Los ojos de mi captor, dibujaban yo creo la misma o más alegría
que la que yo sentía. Fue sin duda el mejor regalo que el monte y él pudieron
hacerme. No existe mayor trofeo, que disfrutar de una mañana intensa de nervios
contenidos donde el simple hecho de estar ya en aquella postura era un regalo,
tener la oportunidad de echarte el arma a la cara era ya un doble regalo, pero además
cobrar esa pieza que dudo antes de saltar al carril….eso ya es tener un
recuerdo para toda la vida.
un regalo inolvidable |
La comida la disfrutamos, junto a Vitoriano y Paco, el primero vecino puerta
con puerta, que me ha visto crecer tanto en la cinegético como en la vida,
recuerda aun cuando me cogía en sus brazos siendo yo un bebe, Paco llego a mi
vida años después mientras le encontré un buen guarro que perdió en una montería
y desde entonces una buena amistad se ha fraguado, disfrutaron de la narración de
mi lance más que yo contándolo. Como me gusta, tener a mi alrededor a estos
amigos que son casi familia, estos que se alegran de tus logros como si propios
fueran.
Mi Venado no era, ni el más bonito de aquel plantel, ni el más
elegante, ni si quiera un trofeo destacable, pero eso es a ojos de los expertos
tasadores. Para mí, para mi captor y para los míos, este venado es el regalo más
hermoso, el recuerdo que llenará mis noches de dudas cuando piense que en esto
de montear todo está perdido, mi venado es el símbolo de que todo lo que en
esta vida sueñes, tarde más tarde menos con empeño y ganas se consigue.
Me fui del Moro, con la certeza de que volveré, me enamoro
el trato recibido por la Sociedad de cazadores de Belmez, enhorabuena a Javier
Blasco, pues tiene a su alrededor un equipo de gente competente, trabajando de
una forma organizada y con gusto. Para cada persona el término “Monteiron” es
valorado de forma diferente, existen los que hablan de “Monteiron” porque
llenan un plantel con cientos de reses…carne acumulada con la que dicen estar
llevando una buena gestión, últimamente pienso que el término “Monteiron” se
aplica de mala forma. Para mi MONTEIRON es lo que vi el sábado en El Moro, un
sorteo organizado, una comida servida con clase, un plantel de reses justo, ni más
ni menos, y una calidad que se demostró con 2 cochinos además de buenos,
bonitos, sin excesivas ciervas, y lo mas importante, escucharas y hablaras con
quien hablaras, todos tuvieron opción al tiro, al cobro o al fallo. “Monteiron”
es esa, que cuando de ella se habla, todos los asistentes dibujan una sonrisa
en su rosto… Enhorabuena Sociedad de Cazadores de Belmez…Ese es el camino…
gracias por enseñarme que no todo está perdido¡¡¡¡
Y hasta aquí, un 16 de Noviembre de 2013, que dio el
pistoletazo de salida a unos 28 años, que si todo va según empezaron, prometen …
si lo deseas puede hacerse realidad |
Te di las gracias el sábado, y te las vuelvo a dar ahora. Gracias
por anticiparte, gracias por adivinar lo que nadie adivinaría, y sobre todo
gracias por hacerme un regalo que será eterno, pues no es material, no se
rompe, ni se desgasta, ni se borra. Gracias por conseguir dejarme a mi sin
palabras y tan solo saber decirte GRACIAS.
Esta vez, no me quede con ganas de mas… pues mas no se puede
pedir.
FELICIDADES!!! Ana buen regalo te hicieron gran sorpresa jajaja enorabuena por el venado
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